viernes, 17 de noviembre de 2017

The Punisher

-Estreno: 17 de noviembre de 2017, Netflix.
-Drama, 54 minutos, 1 temporada, 13 episodios.

-Una manera de hacer que tu personaje de superhéroes tenga algún tipo de significado más allá de los superpoderes y las posturitas es convertirlo en metáfora más o menos clara de un problema social. Jessica Jones lo fue sobre el maltrato en la pareja, Luke Cage sobre la población urbana negra, y aquí Frank Castle, alias 'The Punisher', representa a los veteranos de guerra, que vuelven a casa llenos de estrés postraumático, ira mal contenida y un experto entrenamiento a la hora de desatar violencia. Castle es a lo que se dedica principalmente: a vengarse sin piedad y sin sutileza, con martillos, con armas de fuego o con un simple cordel. En la segunda temporada de 'Daredevil' su familia fue asesinada por un grupo mafioso, y su "spin-off" empieza a lo James Bond, pero más brutal, terminando su última tarea antes de que varios meses después comience su nueva ocupación: retirarse con nombre falso a ser obrero de la construcción, donde se dedica principalmente a tirar paredes a mazazos con cara de cabreo. Alrededor de él, sin embargo, pronto empezará a tejerse una trama sobre pasados en Kandahar, tráfico de armas, verdades recién descubiertas (¡el gobierno tiene parte de culpa en la muerte de la familia de Frank!) y diversas excusas para que El Castigador empiece a matar gente otra vez con su guardapolvos negro y su camiseta de calavera. Inicialmente, este personaje no iba a tener su propia serie (su paso por la pantalla grande, encarnado por Dolph Lundgren, Thomas Jane y Ray Stevenson, no ha sido nada del otro mundo), pero John Bernthal, ex de 'The walking dead', dejó una buena impresión como invitado en casa ajena, y consiguió proyecto propio. A su alrededor hay un analista de la NSA, un excamarada de Frank que ahora trabaja en un contratista militar privado, una agente estadounidense de origen iraní y la periodista Karen Page, traída de 'Daredevil', y con la que al menos Frank tiene buena química. El problema, sin embargo, vuelven a ser los 13 episodios en los que Netflix sigue insistiendo a menudo, y que en su modelo de mercado no tienen razón alguna de ser (las cadenas de episodio semanal usan ese número porque son tres meses seguidos de programación). Esta serie vuelve a ser demasiado larga para lo que tiene que contar, en especial dado lo monótono que resulta su personaje principal, limitado a la nota de mala hostia contenida hasta que deja de serlo, útil en dosis cortas, pero pesada a largo plazo.

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