domingo, 4 de junio de 2017

I'm dying up here

sho.com/im-dying-up-here
-Estreno: 4 de junio de 2017, Showtime.
-Drama, 55 minutos.

-Pues sí, esto es un drama sobre cómicos. Ambientada en 1973, la serie sigue a un grupo de monologuistas que actúan en Goldie's, un local californiano, a la espera de que algún cazatalentos del programa de Johnny Carson (cuyos estudios acababan de mudarse a Los Ángeles desde Nueva York) vea tu número, te invite al show, y finalmente, premio de los premios, el propio Carson te invite al sofá si le ha gustado, a charlar un rato contigo en directo delante de millones de telespectadores. Así empezaron futuras estrellas reales como Robin Williams, David Letterman o Jay Leno, por ejemplo. En principio la serie está basada en el libro de William Knoedelseder, productor y ejecutivo de televisión en la época, que no es una novela, sino una obra de no ficción, pero en la serie todos los nombres reales están sustituidos por personajes ficticios, algunos inspirados en y otros amalgamados de actores auténticos. Incluso el propio Goldie's es en realidad The Comedy Store, y su propietaria y estricta gobernanta, Goldie, está basada en Mitzi Shore. Encarnada por la oscarizada Melissa Leo, Goldie actúa como parte madre y parte madrastra del elenco de aspirantes que tiene en el local a coste cero, porque "esto es como un colegio, y dónde se ha visto que los colegios paguen a sus alumnos". Entre ellos está el pelirrojo, el negro, el latino, el judío y la rubia, y todos ellos hacen comedia étnica y "de género" sin ningún sonrojo ni ironía ni quejas sobre apropiación cultural. El irlandés hace chistes sobre borrachos, el italiano sobre pasta tras las broncas, el negro sobre romper y robar, el mexicano sobre vender naranjas, y la rubia sobre el ser rubia, guapa, texana y soltera. Y como empezamos diciendo, para ser una serie sobre cómicos, es bastante poco cómica. Los momentos en que se ven trozos de las actuaciones no son una maravilla (se supone que son cachorros que empiezan en esto y aún no tienen su "tight 15", o sus quince minutos sólidos con los que deslumbrar), y cuanto más sabemos de ellos menos gracia hacen, entre sus traumas infantiles, sus sueños destrozados, sus ansias de protagonismo, la incomprensión de sus familias y las jugarretas mutuas de machotes que se hacen unos a otros, y el que no sepa aguantar chistes, que se vaya del pueblo. Todo esto por lograr cinco minutos más de escenario o por un mejor lugar en el orden de actuación. A cambio, como personajes dramáticos ganan en profundidad y ahondan en la idea, ya muchas veces explorada, de que ser cómico no es lo mismo que ser humorista, que ser monologuista no es igual que contar chistes, y que un "stand-up" memorable ha de ser algo que haga reír, llorar, sacar verdades ocultas y abrirle las carnes a quien lo hace y a quien lo escucha. Todo esto en medio de borrachos de fin de semana a las 2 de la madrugada. No es extraño que con esa presión estén todos grillaos.

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