-Estreno: 12 de agosto de 2016, Netflix
-Drama, 58 minutos, 1 temporada, 6 episodios.
-Nuevos episodios en abril de 2017.
-Quien haya visto 'Moulin Rouge!' o el 'Romeo + Julieta' de Leonardo Di Caprio y Claire Danes ya conocerá muchas cosas del estilo narrativo de su director, Baz Luhrmann: gusto por la mezcla de influencias, a veces contrapuestas (playas californianas de los 90 en vez de Italias barrocas del XVII, por ejemplo), épicas historias románticas, delirantes fantasías visuales y unos artistas lanzados por sus ardientes deseos en busca de inspiración hacia el éxito. Todo eso, traspasado a 1977, es el trasfondo de 'The get down', una historia sobre la lucha entre la reinante música disco y el naciente hip hop, en medio de una Nueva York con manzanas enteras derruidas o quemadas aposta y trenes cubiertos de grafiti por dentro y por fuera. En ella, un grupo de chavales aprenden a buscar en cada vinilo la parte más cañera de las canciones (la que de verdad llena las pistas de B-boys bailones), y usan una pletina doble para reproducir solo esa parte varias veces, alargando el placer del momento cumbre, antes de repetir la jugada con otro par de discos. Cuando a eso se le añaden larguísimas y creativamente elaboradas letras de rap, tenemos el hip hop, probablemente la última gran revolución musical que se ha vivido en el mundo desde entonces. Por otra parte, tenemos a una latina portorriqueña, bellezón de largas piernas, potente escote y voz de ángel, que quiere dejar atrás a su asfixiante familia de predicadores apocalípticos para convertirse en la nueva reina de un género liberador, el disco, que ya había tocado techo. Aparecen además por ahí chulos de discoteca y paquete prieto, ambiciosos y sibilinos políticos, y productores musicales de nariz demasiado voraz. Relatado así, no parece diferenciarse mucho de incontables otras películas del mismo tema, pero Luhrmann, y sus seguidores en la dirección, cuentan la historia como si fuera un guion de "blaxploitation", algo por otra parte muy setentero, donde las trifulcas entre seguidores de los varios reyes iniciales del hip hop (sobre todo Kool Herc y Grandmaster Flash) se relatan con el lenguaje visual de una película de artes marciales, donde los maestros originales son senseis poseedores de un secreto que los neófitos quieren aprender, y donde las nuevas huestes entrenan en decrépitos bloques vacíos transformados casi en dojos del vinilo, para acabar enfrentándose en decisivo combate. Quien mejor ejemplifica esta mezcla es el personaje de Shaolin Fantastic, a quien primero conocemos como grafitero de leyenda, autor de grandes hazañas entre los vagones de tren, sin nunca mancharse sus Puma rojas, y que va progresando después como líder de su "crew" y alumno aventajado del Grandmaster. Aunque después el tono se va asentando en los episodios siguientes, cada aparición suya en el primero (de 90 minutos de duración) es la de un ser mítico e invencible, que luego muestra paulatinamente sus vulnerabilidades y también su fuego interior.
Es una apuesta arriesgada que a veces funciona y otras más bien parece una parodia mediocremente llevada (el tiroteo en Les Inferno con aria de ópera italiana incluida es un ejemplo), pero cuando prende fuego se lleva todo por delante, un poco como las propias mezclas de aquellos primeros pioneros. El resto del reparto mantiene los buenos aciertos que se han visto en la televisión estadounidense en materia de actores menores de edad, individualizando poco a poco al grupo de chavales, y por supuesto el veterano Jimmy Smits está en su salsa (nunca mejor dicho) haciendo de aspirante a Padrino del guetto puertorriqueño. En lo musical la calidad varía bastante: por un lado el tema 'Come rescue me' es un pelotazo que da todo lo que promete antes de componerse: soul, gospel, disco, toque latino boricua y hasta una letra con doble sentido sexual-espiritual. En el otro extremo está el concierto de hip hop de los años 90 que se supone que cierra la historia y abre muchos episodios, cuyos temas son muy mediocres, por no decir malos, y que más parecen explicaciones rapeadas sin más que himnos llena-estadios a lo Eminem. MC Exposition, habría que llamar al artista. Por el medio, hay mucho más disco y hip hop, alguno original y otro nuevo, y bastante gusto por entremezclar ambos tipos de música en hilos entrecruzados en la trama, cosa que a veces no funciona tan bien como se cree. Es decir, que al igual que podían ser las discos de los 70, a ratos puede todo resultar demasiado excesivo, o por contra lo más liberador e inspirador que has visto en mucho tiempo. Desde luego, está llevado con brío y convicción, y los 120 millones de dólares gastados junto a los varios años de preparación están bien visibles en pantalla. De momento, solo los primeros 6 episodios se han estrenado en Netflix, con el final de la temporada en abril de 2017.
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