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-Estreno: 24 de marzo de 2016, ABC.
-Drama, 42 minutos, 1 temporada, 10 episodios.
-Segunda temporada desde marzo de 2017.
-Hace tiempo ya que la ABC le dio las llaves de la cadena a Shonda Rhimes, cuyas series de fuerte protagonista femenina, eficaz y despiadada en lo profesional y torturada y vulnerable en lo personal han tenido ya versiones médicas ('Grey's anatomy'), legales ('How to get away with murder'), y hasta presidenciales ('Scandal'). Su bloque de programación de los jueves ha dado incluso para su propio acrónimo, cambiando el famoso TGIF (Thank God it's Friday) en TGIT (Thank God it's Thursday). Aquí, para dar descanso a HTGAWM a mitad de temporada, aparece la versión investigadora privada de casos millonarios, protagonizada por la pelirroja Mireille Enos, que sorprenderá a quien la recuerde como la detective Sarah Linden de la versión norteamericana de 'The killing' o como las gemelas mormonas de 'Big love', ya que aquí le dejan usar maquillaje y vestidos de noche, y luce muy bien. Junto a ella, su galán y fuente de todos sus dolores de cabeza (y de entrepierna) es Peter Krause, ya veterano guaperas televisivo, conocido sobre todo por ser uno de los hermanos de 'Six feet under' ('A dos metros bajo tierra'). Ambos protagonizan un juego de gato y ratón entre la investigadora y el truhan de altos vuelos, donde no se sabe dónde acaba el flirteo para utilizar al otro y dónde empieza el sentimiento genuino de atracción, que a su vez puede que esté provocado en gran parte por lo morboso y peligroso de la situación entre ambos, aunque hay que decir que aquí al menos no hay muertos de por medio, al menos al principio, que hagan la cosa demasiado seria. Además, cada uno de ellos tiene su equipo de colaboradores empeñados en vencer al otro, incluyendo a Sonya "Penny de 'Perdidos'" Walger, que dan su propio juego a veces. Y bueno, como siempre que un autor, director o productor se hace un sello propio y reconocible, también resulta a veces difícil distinguir cuándo el dar a la gente lo que se espera de él o ella se convierte en una repetición mediocre, prefabricada y de éxito seguro. Eso empieza ya a ocurrir con los productos Shondaland: la música pop en muchas escenas (Pitbull, argh), el montaje rápido, las investigaciones resueltas en segundos, las repentinas sorpresas y giros de 180 grados, las miradas de refrenado deseo desenfrenado, es todo un subidón de azúcar que unas veces apetece y otras veces empalaga. Y es que ¿cuántas veces puede disfrutar uno de las montañas rusas antes de necesitar un poco de sustancia? No hay más que ver lo que ha pasado con este propio proyecto, que comenzó con un tono más oscuro, llevado como "showrunner" por Jennifer Schuur, ex de 'Hannibal', y acabó con esta dejándolo por diferencias creativas y la serie al mando de Allan Hainberg, un Shondalander con sello de aprobación garantizado. Pero en fin, para quien no haya tenido bastante todavía, el parque Shondaland sigue de puertas abiertas, con atracción nueva cada tres meses.
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