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-Estreno: 14 de diciembre de 2015, Syfy.
-Drama, 3 episodios de 85 minutos cada uno.
-Miniserie.
-'El fin de la infancia' es una novela de ciencia ficción escrita por uno de los grandes genios del género, Arthur C Clarke, en 1953. Trata sobre la llegada de unos alienígenas a la Tierra, pero no para destruirla a bombazos, o para alimentarse de sus seres vivos, sino para ayudar a los humanos a alcanzar un estado utópico donde no existan la violencia ni las guerras, y donde el desarrollo tecnológico erradique el hambre, la pobreza y las enfermedades, aunque no la muerte. ¿A qué precio? Ya se verá durante la trama, pero una parte de los efectos se notan en la investigación científica y en la religión, en un mundo donde se ha llegado al máximo nivel de desarrollo posible, además de en el conformismo que se empieza a instalar en una sociedad que se ha quedado sin preguntas que hacer. Digamos que si esto parece demasiado bueno para ser verdad, no lo será. Adaptada aquí a miniserie de cuatro horas y cuarto, ambientada en 2016 en lugar de en plena Guerra Fría, la historia está contada desde el punto de vista de aquellos personajes más directamente afectados por la llegada de estos "overlords" ("superseñores") espaciales. El primero de ellos es Ricky Stormgren, un granjero joven y apuesto que es identificado por los recién llegados como la persona más digna de confianza de todo el planeta, y que será convertido en portavoz de los cambios traídos por Karellen, el "supervisor" alienígena interpretado por el siempre eficaz a la hora de evocar presencia inquietante Charles Dance (últimamente Tywin Lannister en 'Juego de tronos'). Curiosamente, el papel de "persona más fiable de la humanidad" en el libro original estaba representado por el secretario general de la ONU, cosa que también ocurrió en la teleserie de los 80 'V', y es que en el siglo XXI ya nadie se fía de un político, ni siquiera de los que trabajan en organismos internacionales. Otro personaje importante es Milo Rodericks, un chaval negro en silla de ruedas cuya condición física mejora espectacularmente y que desea ser científico de mayor. También hay una pareja con un hijo que empieza a portarse de forma extraña, cosa que empieza a ocurrir también a otros chavales de su edad. El resultado es una historia adecuadamente contada, un poco lenta a veces, con la duración justa, que no necesita gran despliegue de efectos especiales (el aspecto físico de Karellen, oculto al principio, es de lo más impactante cuando se revela), y que hace un buen homenaje al maestro Clarke.
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