viernes, 1 de febrero de 2013
House of cards
movies2.netflix.com/WiMovie/House_of_Cards/70178217
-Estreno: 1 de febrero de 2013, Netflix.
-Drama, 52 minutos, 4 temporadas, 52 episodios.
-Quinta temporada en febrero de 2017.
-Señoras y señores, bienvenidos al futuro. Y no me refiero a que esta sea una serie de ciencia ficción, sino a que la manera en que se producirán y distribuirán muchas series en el futuro puede verse retratada aquí. De hecho, ya ni siquiera podrá llamárselas "teleseries" o "series de televisión", porque no serán canales televisivos los que las transmitan por primera vez, sino que se podrán ver directamente por internet, sin más intermediario. 'House of cards' no ha sido rodada por ninguna cadena tradicional, sino por Netflix, un portal de "streaming" de películas, que el 1 de febrero de 2013 puso a disposición de sus clientes la primera temporada entera, los trece episodios, a la vez. Así cada espectador podrá verla al ritmo que pueda y quiera. De inmediato, la red se ha llenado de artículos debatiendo las posibilidades de futuro que abre tal sistema de distribución: ¿será necesario seguir produciendo series de 13 o 22 episodios, número que simplemente refleja el número de semanas de un trimestre o de una temporada de la televisión estadounidense? ¿Deberá seguir durando cada episodio 42 minutos? Hay incluso quien dice que en el futuro podría hacerse un solo vídeo de varias horas de duración, que cada espectador pueda pausar cuando le convenga, lo mismo que cierra un libro o un periódico. ¿En qué va a cambiar este sistema los hábitos de visionado? ¿Habrá mucha gente que esperará a verse las series nuevas cuando estén disponibles así, en lugar de esperar una eternidad (siete días nada menos) por el siguiente episodio (mucha gente ahora dedica los fines de semana a devorar una temporada entera de una serie que no había podido ver hasta ahora)? ¿Se acabarán las falsas expectativas generadas por los episodios piloto, al poder colgar de la red varios a la vez, y así poder hacerse una idea mejor (de hecho, ahora mismo las cadenas suelen enviar a los críticos del ramo varios episodios de una vez por adelantado, para que puedan reseñarla en mejores condiciones)?
Las posibilidades ahora mismo son extraordinarias. Otra de ellas, por cierto, es que así resulta mucho más fácil para las páginas que alojen estas series el saber exactamente qué ve cada usuario, cuándo, cuántas veces, con cuántas pausas y con qué comentarios o puntuaciones. Esa información servirá a su vez para dar a cada miembro sugerencias sobre otras cosas que ver o para saber qué nuevo proyecto producir en el futuro. Hace unos años Netflix tuvo un botín de un millón de dólares ofrecido a quien fuera capaz de diseñar un algoritmo que mejorara el que ya tenía para hacer este tipo de recogida de datos y ofrecimiento de sugerencias a clientes, y si no ha ofrecido otro similar es por razones legales.
Algo de esto tiene que ver con la serie de que tratamos (que a todo esto aún no hemos comentado): es una versión de una serie británica de 1990 sobre conspiraciones políticas, producida por David Fincher (director de grandes taquillazos como 'Seven', 'El club de la lucha', 'La red social' o 'Zodiac') y protagonizada por Keyzer Sozé y la Princesa Prometida (o sea, Kevin Spacey y Robin Wright). Tanto el tema como la inspiración como los protagonistas (al menos Spacey, dos veces ganador del Oscar), salieron del laboratorio digital de sugerencias entre lo más valorado y visto de los usuarios de Netflix. Como se ve, uno de los riesgos de este plan es que al final el resultado quede excesivamente de manicura, demasiado pulido y perfecto, sin posibilidad de fallo. No me parece el caso de esta serie, pero en cierto modo hay cosas muy predecibles. Spacey, por ejemplo, haciendo de maquiavélico "látigo" del partido demócrata estadounidense, buscando despiadadamente el medro personal y la ruina de sus adversarios, convirtiendo en victorias incluso algunas inesperadas derrotas es digno de verse, pero también anunciado desde el principio. A su lado hay entre otros una esposa mezcla de Lady MacBeth y filántropa de clase alta, una periodista que deja el moribundo papel por la blogosfera y un congresista joven, con pasado de alcohol y drogas y con promesas que cumplir a sus electores de clase trabajadora. Con ellos y con otros, el congresista Francis Underwood (¿quizá su apellido evoca "underworld", submundo, o cosas hechas "bajo la madera"?) construye cuidadosamente sus castillos de naipes, que pueden derrumbarse en un instante ("solo se necesitan diez minutos para destrozarle la vida a alguien", llega a decir en uno de sus muchos monólogos a cámara) o solidificarse encumbrando a su constructor. Miente, manipula y avanza sin descanso, y a base de dirigirse al espectador, nos hace partícipes a todos de cómo hacerlo paso a paso. Las interpretaciones y la fotografía llevan claramente puesta la etiqueta de "candidatos a Emmy", y en general el proyecto entero viene a anunciar que, como Colón en 1492, se ha descubierto una nueva ruta entre dos mundos, en este caso el de los creadores y el público. Y también al igual que Colón, seguramente no fueran los primeros en hacerla (Netflix ya estrenó en streaming otra serie, 'Lilyhammer' sobre un mafioso italoamericano retirado a Noruega, como suena), pero sí fueron los primeros que se dieron a la empresa con todo lujo de equipamiento y alertaron a todo el mundo sobre ella. La palabra ahora es de los conquistadores del territorio.
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2 comentarios:
sabes que me pasa? que me abruma tener tantos episodios por delante.
Me pasa igual con The Wire, saber que puedo ver tres de un tirón y no voy a tener que esperar una semana hace que al final prefiera ver series no tan buenas pero que me van a dejar con la miel en los labios hasta la semana que viene. Supongo que es una rareza.
La veré, pero poquito a poco sin atracones, porque el piloto me ha entusiasmado
Siempre puedes esperar esa semana por tu propia voluntad. O al menos hasta que hayas paladeado lo suficiente el anterior. Pero la carne es débil.
Sobre 'The wire', David Simon recomienda verla lo más seguido posible, sin atracarse de manera que no recuerdes nada de tanta información seguida, pero sin esperar tanto que se te olviden las caras y tramas. Como una novela, pero en televisión.
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