viernes, 23 de junio de 2017

GLOW

-Estreno: 23 de junio de 2017, Netflix.
-Dramedia, 32 minutos, 1 temporada, 10 episodios.

-Entre 1986 y 1990 hubo un show de lucha libre femenina llamado GLOW (Gorgeous Ladies of Wrestling) que duró más de cien episodios rodados en Las Vegas, y que puede considerarse como uno de los máximos exponentes de los espectaculares excesos de los 80. Si ya esa década de por sí resultaba tanto en la moda como en el cine y la música pop-rock bastante inflada, hortera y colorista, imagínense al punto en que llegaba tratándose de un programa de lucha libre de mujeres (y no me refiero a la versión deportiva y olímpica, sino a esa falsa y simulada, con rings y cuerdas y estrafalarios atuendos). Cómo sería la cosa que incluso la madre de Sylvester Stallone participó en el asunto haciendo de "dueña" del show ante las cámaras y "entrenadora" de un par de las luchadoras, nótense las comillas. Bueno, pues tres décadas más tarde, Netflix recupera aquello para hacer una estupenda y muy entretenida serie con un material que en principio no debería dar para tanto. La serie retiene el nombre original de la franquicia, pero todo lo demás es ficticio, empezando por el año en el que ocurre la acción, 1985, uno antes que en la realidad. Sam Sylvia, un casi olvidado director de películas de casquería barata y serie B como 'Gina the Machina' o 'Blood Disco' (partes I y II), se pone al frente del proyecto, reclutando vía anuncios en la prensa y entre agentes de casting a 14 mujeres jóvenes que busquen algo "diferente". La mayoría de las que se presentan son actrices desconocidas, exdeportistas, especialistas de cine y en general todo tipo de chicas procedentes de los márgenes exteriores del mundillo del "show business" californiano en busca de una última oportunidad para destacar en algo. Lo que sigue es la historia de cómo en los dos meses siguientes las elegidas entrenan, se conocen, se odian, se ayudan y van pasando por los diversos traumas del presente y del pasado, incluyendo el haber acabado participando en algo que puede convertirlas en el hazmerreír de todo el país y en la tumba definitiva de sus sueños de gloria.

Creada por dos mujeres, Liz Flahive y Carly Mensch, cuenta en la producción ejecutiva con el nombre de Jenji Kohan, responsable de otras dos series muy estimables, como son 'Weeds' y 'Orange is the new black', con la cual 'GLOW' tiene en común la centralidad de los papeles femeninos y un reparto muy amplio con el que jugar. No todas las participantes en el show reciben el mismo tiempo en pantalla, pero uno acaba conociéndolas a todas no solo por quiénes son, sino por su personaje sobre el ring. Porque la idea que al final hace cristalizar a todo el proyecto en las mentes de las candidatas es el darse cuenta de que esto no es una competición deportiva, ni siquiera un espectáculo más o menos circense, sino una "soap opera", un culebrón con una trama propia, con buenos y malos, y donde la victoria o la derrota no es un mero "ha ganado la de rojo" o "ha ganado la de azul", sino que juega con las emociones del público a base incluso de usar los combates como comentario político y social. ¿Quién preferirá el público que gane, la rubia americana Liberty Belle, con su maillot de barras y estrellas, o la morena soviética Zoya the Destroya, que sube al ring insultando a la democracia y burlándose de su estilo de vida? Volviendo a Stallone, es lo que ocurrió en 'Rocky III', por ejemplo. Con una presentación así, el público no va a quedarse sentado cortésmente contemplando cuál de las dos lo merece o lo hace mejor, sino que va a tomar partido muy claramente y a dejarse la garganta demostrándolo. Ese es el ambiente que se busca, y el gran reto para todas, más allá de aprender a caerse sin romperse nada, es encontrar "ese" personaje perfecto que provoque las iras o los aplausos del público de manera más extrema. Así, entre las otras doce chicas están la anarcopunki, la negra del guetto, la inglesa con gafas de bibliotecaria, la samurái japonesa interpretada por una camboyana (son los 80, no preguntes), la terrorista libanesa intepretada por una hindú (son los 80, no preguntes), la vikinga que fue atleta olímpica de verdad, la medio hispana cuyo padre y hermanos en la vida real son también luchadores en la más famosa y adinerada versión masculina, la que lleva tantos años disfrazándose de loba gótica que no le hizo falta ni buscarse un personaje, y aún me dejo varias más. El tragicómico Marc Maron como Sam Sylvia y Alison Brie, ex de 'Mad men' y 'Community' son los actores más sobresalientes, aunque las 14 luchadoras están todas muy bien cuando les toca recibir la luz del foco encima. Así, en medio de toda la fiesta de disfraces y de la mera diversión palomitera sin enchufar el cerebro que se busca, la serie no deja de hacer un comentario en segunda línea sobre la identidad, la fantasía, la realidad, la ficción, la imagen que tenemos de nosotros mismos y la que desearíamos tener. De hecho, la primera escena, donde una aspirante a actriz lee las frases del papel masculino en un casting, en lugar de las del femenino al que aspira, porque son mucho más interesantes, son un metacomentario muy claro que nos introduce en materia desde el mismo principio. En definitiva, son cinco horas divertidas sin ser comedia continua, muy bien hechas y muy bien llevadas, que mejoran a cada episodio. Tiene una gran habilidad para encontrar momentos de tierna dulzura sin resultar empalagosa, y un mensaje de empoderamiento feminista efectivo sin necesidad de subrayarlo con rotuladores eléctricos.

No hay comentarios: