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-Estreno: 29 de septiembre de 2013, Showtime.
-Drama, 55 minutos, 4 temporadas, 46 episodios.
-Terminada.
-Bill Masters y Virginia Johnson fueron dos investigadores sobre temas sexuales que revolucionaron los conocimientos científicos (occidentales al menos) en los años 50 y 60. Él era un profesional de la medicina conocido, reputado y premiado y ella era... secretaria y ex cantante de club nocturno. Pero, crucialmente, ella era no solo mujer, sino además de inteligencia sensata y sensible, mientras que él era un hombre serio, frío y metódico que se sorprende al saber que muchas mujeres fingen el orgasmo con cierta frecuencia y no puede siquiera imaginarse una razón al respecto. La serie sigue la carrera de esta extraña pareja de pioneros, basada en la biografía de Thomas Maier, y el resultado es espléndido. Los dos actores protagonistas, Michael Sheen y Lizzy Caplan, están fenomenales, y el objeto de sus estudios está tratado con pulso firme y delicado a la vez. Es decir, que las investigaciones no se convierten en una mera excusa para ensartar escenas sexuales una tras otra, por ejemplo. Las hay, y no pocas, pero si Masters y Johnson revolucionaron el estudio del sexo a base de aplicarle los ineludibles criterios científicos de observación directa de lo que se estudia (por mucho tabú social que existiera al respecto), también la serie toma la decisión correcta de evitar apartar la cámara cada vez que alguien se desviste, tratando esas escenas con la importancia que merece cualquier otra.
Sin embargo, la serie lo que de verdad acaba estudiando es a los propios investigadores. Por la norma de la paradoja profesional, tenemos a un sexólogo con bastantes problemas sexuales en su vida privada: su esposa no se queda embarazada, la razón está envuelta en un secreto sabido por solo uno de los dos, y sus intentos amatorios son bastante poco románticos. El entendimiento que el doctor tiene de sus pacientes es extenso en lo profesional (ayudando al embarazo incluso de casos casi perdidos), pero casi nulo en lo personal y afectivo. La primera que se lo hace ver es su primera sujeto de estudio, una prostituta local, y ahí es cuando Johnson entra en escena: una madre soltera y trabajadora que sin ir demasiado lejos en la liberación femenina del momento, sí se da cuenta rápidamente de lo importante que son los estudios de Masters y se esfuerza lo indecible por ser parte del proyecto. Johnson tiene también su paradoja en que intentando ayudar a la felicidad de pareja de los demás, ella no tiene una ahora mismo, ni parece desearla más allá del disfrute sexual. Además, los demás personajes involucrados en los estudios también se ven afectados por ese súbito quitar el velo de la sexualidad, y los efectos que tiene sobre ellos esa repentina naturalidad biológica se exploran en detalle (de hecho, una de las primeras preocupaciones de Masters es que los propios investigadores no queden "contaminados" por lo observado en su propio trabajo). En fin, que cada uno de los protagonistas termina aportando al otro lo que le falta, su entusiasmo es contagioso, sobre todo en medio de las circunstancias de la moral represiva en que vivían, y el resto es historia. Los guiones se van apartando poco a poco de las personalidades reales, pero quien quiera saber cómo terminaron en la vida real, puede consultarlo en internet.
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